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Esta pregunta viene siendo la pregunta estrella últimamente entre mis amigos y familiares más cercanos. Mindfulness está cada vez más presente en ámbitos donde hasta hace poco meditar era algo raro y mal entendido, donde “la presencia” se entendía como la capacidad de transmitir autoridad y posicionamiento.

Por suerte, actualmente Mindfulness o Atención plena, genera, como mínimo curiosidad.
De ahí viene la pregunta que voy recibiendo últimamente. Y realmente reconozco que me encanta, porque ella misma contiene la esencia de lo que es Mindfulness: experiencia y práctica. La pregunta no viene siendo “¿Qué es mindfulness?” sino que se centra en qué me ha aportado practicar. Y la práctica es uno de los pilares de todo entrenamiento, de este también. Método y Actitud son también pilares.
Podría comentar los beneficios generales que realmente he podido experimentar a raíz de mi práctica, como mayor tranquilidad y pausa interior, capacidad para parar antes de reaccionar ante situaciones complejas, profundidad en el conocimiento de mi forma de percibir y entender el mundo y muchas otras. En este caso voy a compartir realmente para qué me ha servido en mí día a día.
Me encantan los retos, y mi sistema emocional del impulso y la motivación está muy presente y desarrollado, así que suelo embarcarme en ideas, proyectos y actividades varias que me parecen maravillosas, atractivas e imposibles de prescindir.
Mindfulness, en este caso, me ha ayudado en dos aspectos.
Primero en ser consciente, momento a momento, de lo que significa cada “sí” que emito y en contemplar, en el momento de cada propuesta, mis emociones, pensamientos y reacciones corporales. Eso me ha permitido entender cuáles de los retos eran realmente retos que me iban a ayudar a crecer o retos que podían mermar mi energía. En definitiva he aprendido a decidir conscientemente, sin dejarme llevar por el momento. Esto me produce una inmensa satisfacción, cuando digo “sí”, voy a por todas, cuando digo “no” no me queda la menor duda de que ha sido una decisión acertada para el momento.
Y segundo, he aprendido a enfocarme. Una vez embarcada en mis múltiples tareas, el tiempo, literalmente, me rinde el doble que antes. Soy capaz de focalizarme, de entregarme plenamente a lo que estoy haciendo en un momento dado, evitando las distracciones, o mejor aún, siendo consciente de las distracciones y volviendo a mi tarea en cuanto me doy cuenta. Y esto me permite ser mucho más eficaz, “donde va el foco, va la energía” me repetía el que considero mi maestro de iniciación, y así me ocurre.
Tengo suerte, mí día a día me provee de incontables oportunidades para llevar a la práctica lo que entreno cada mañana sentada en el cojín. Como entiendo que puede ocurrirle a cualquier ser humano. Para mí el Quit de la cuestión ha sido el ser Consciente de que “esos momentos peliagudos” SON las oportunidades diarias para practicar informalmente. Y es que la vida tiene la mágica capacidad de ponerle delante a uno lo que necesita practicar. Solo por dar un ejemplo, soy madre de dos personitas que me adiestran diariamente en paciencia, ternura, empatía y comprensión. Y es que, como decía El Principito, “todos hemos sido niños antes de ser adultos”. Ahora cuando veo por la mañana a mi retoño, luchando contra la distracción, entre encestar el calcetín en el pié y revisar el álbum de cromos del fútbol, consigo entender la enorme dificultad de su situación y sentarme a su lado. “¿Te ayudo?, cómo lo ves si primero acabas de vestirte y luego revisas tus cromos?”. La alternativa es “¿Todavía no estás vestido?¿Pero qué has estado haciendo los últimos 20 min??!!”. Lo que ha estado haciendo es obvio, no hace falta remarcarlo, no aporta nada, me enfoco a la solución.
Y esto no quiere decir que SIEMPRE logre practicar durante el día, en cada OPORTUNIDAD que se me ofrece, lo que sí quiere decir, es que ahora soy consciente de cuándo he reaccionado y cuándo he respondido. Para mí, actualmente, hay un abismo entre una y otra.
A mí lo que realmente me gusta, es el Mindfulness de guerrilla, el que nos permite realizar, sentir y comprobar cambios reales en nuestro día a día, estar donde ocurre la vida, momento a momento, conectada y practicando vivir el presente de forma consciente.